INFÓRMATE DE TODO, ¡ES GRATIS!

Hablando por teléfono con mi buena amiga Laura (muchas gracias por estar siempre en todo), me comentaba cómo marchaban las cosas por la Uva. Lo cierto es que, estando de séneca  se me había olvidado el completo desastre que puede llegar a ser una universidad.

Bueno, lo cierto es que hace apenas dos meses lo recordé de nuevo, cuando tras ponerme en contacto con más de cuatro personas de la Universidad de Valladolid (entre ellas, la Subdirectora académica y Jefa de estudios del departamento de idiomas extranjeros que tan poco me ayudó en mi petición), no obtuve solución alguna con mi problema de realizar la prueba de idioma para la plaza Erasmus, que me coincidía con los exámenes de mi universidad de destino. Todo ello, habiendo propuesto varias soluciones por mi parte como por parte de la Universidad de Vigo. Pero ya se sabe, lo mejor es pasarse la pelota los unos a los otros, que nos ha ido muy bien con ese sistema, ¿verdad?

En fin, que es que parece que obtener información hoy en día es un privilegio que sólo pueden tener unos pocos, y cuando descubres que las cosas no son lo que parecen, las noticias caen como chorros de agua fría.

Para empezar, cuadrar unos horarios en una facultad con varias carreras y miles de estudiantes es, por supuesto, una tarea más que complicada, pero dado la escasez de profesores y de clases, así como el pequeño tamaño de las mismas, hacen que la tarea se vuelva misión imposible. Asique tú te presentas frente a la cola de administración en la facultad (que nada tiene que envidiar a la del INEM) y le cuentas tus problemas a una mujer de mediana edad que te mira entre sus gafas con cara de pocos amigos. Añadir, por cierto, que todas aquellas personas que no son felices en sus puestos de trabajo, especialmente en aquellos de cara al público, por favor, que no lo paguen con los demás, que el día se afronta con bastante más optimismo si se coloca una sonrisa en la cara. Y bueno, a una mala, siempre puedes despedirte, que estoy más que segura que otra persona ocupará tu lugar muy gustosamente. De todos modos, no todas las personas pagan sus problemas personales con el cliente y de vez en cuando te encuentras a un profesional que te hace recuperar la fe en España durante unos minutos.

Total, que te encuentras en administración, mirando un papel con unas asignaturas y unos horarios que poco ayudan a hacerte el cuatrimestre más llevadero. ¿Soluciones? Ninguna. Asique te vas a casa y gracias a una escuadra, un cartabón, 100 folios a un euro y unos cuántos ibuprofenos parece que vas a sacar tiempo para ir a esas seis horas de clase diarias, tener otras seis horas para trabajos en grupo fuera del aula (que más o menos es lo que nos pide nuestro gran amigo El Plan Bolonia), estudiar para los exámenes parciales, y esas cosas secundarias como comer y dormir.  Luego ya, si quieres trabajar, la universidad te ofrece todo tipo de soluciones: no dormir.

Una vez hecho tu horario, que ni con todos los rotuladores de colores del mundo hace que se vea con mejores ojos, te presentas en clase donde puedes encontrarte a un profesor que nunca ha dado la asignatura a impartir y, por lo tanto, no sabe por dónde empezar. Gracias a Dios que siempre les quedará el Rincón del Vago y Wikipedia que a más de uno le ha sacado de un apuro. Y esta situación te la encuentras unas cuantas veces a lo largo de tus cuatro años de carrera. Hasta que un bonito día de invierno, te enteras que hay algo llamado “itinerarios”. Lo primero que puedes pensar es en una marca de detergente, a un nuevo show de televisión en el que unos cuantos famosos hagan el ridículo, pero no. Resulta que se trata de agrupaciones de asignaturas optativas de la universidad, que van a definir tu especialidad en la carrera, por lo que has de tener al menos doce asignaturas de dicho itinerario si es que te quieres especializar. Y cuanto te lo cuentan miras el calendario y, te das cuenta de que no es el Día de los Inocentes. Asique no entiendes nada.

Frente a esta situación puedes intentar buscar información, esa que no te han dado en su momento. Cruzas los dedos y esperas que Google se porte bien. De fondo, el programa de televisión Salvados que te explica cómo en España las pymes están desapareciendo, el país se  desindustrializa, las grandes empresas españolas facturan en otros países, las grandes empresas extrajeras que se asientan en el país a penas crean trabajo,… Opto por bajar el volumen y que nos centremos en Google.

Y, por fin, estás apunto de encontrarlo, cuando aparece un artículo del periódico El Norte de Castilla (versión online) que nos viene a contar que la Universidad de Valladolid tiene problemas para buscar prácticas en empresas a sus estudiantes. Lo que viene siendo  un “búscate la vida”. Alto y claro.

Si es que luego hablan de algo llamado “Fuga de Cerebros”, que se pregunta por qué España está gastando tanto dinero en la educación universitaria de unos chicos y unas chicas que se van a otros países a buscar un trabajo. Y entras en la aulas y te encuentras a unos jóvenes que no están informados en absoluto, que están desmoralizados, desmotivados y que a la sociedad le da exactamente igual. Menos mal que tenemos a nuestros políticos, que tanto se preocupan por nosotros, y que van a pagar nuestros pisos y nuestros gastos con su calderilla del bolsillo.

Yo opto por cerrar Google, e irme al bar, y si no me sirven un buen vaso de optimismo, que sea pues un vodka bien cargado.
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