No te quiero Peter Pan.
Te recuerdo. Vamos a empezar por ahí. Te recuerdo, recuerdo tu risa de niño, tu empeño por seguir viviendo a tu manera. Puede que fuera eso lo que me llamó la atención.
Te recuerdo, a tus veinti, treinta y algo, quién sabe, la edad no resta valor a lo que tengo que decirte. Y tampoco era algo que a ti te importara, recuerdo que vivías haciendo lo que te apetecía, por y para ti, sin ataduras, sin complejos. Y, al principio, cada nueva idea descabellada me gustaba más. No parecía que nada llegara a importante o afectarte, tú me hacías reír y yo reía gustosamente. De tus chistes malos y tú desparpajo. Te acostabas cuando salía el sol, salías cuando tus amigos se retiraban a casa, y las noches y las aventuras parecían no tener fin.
Recuerdo, como te llamabas a ti mismo Peter Pan. Cuando me decías que te negabas a crecer, a hacer lo que se espera de ti.
Que siempre serías ese chaval joven independiente, que pasa de las normas y el qué dirán. Rebelde. Idealizada juventud, amigo mío. Recuerdo cómo solía tararearte esa canción, jóvenes eternamente…
Y sin embargo, qué te voy a decir que en el fondo no sepas. Sé que en la soledad de tu habitación, mientras las personas que te rodean siguen caminos diferentes, te gustaría crecer y dejar de ser ese Peter Pan. Que te abandona en la más insondable e infinita soledad.
Porque con el tiempo llegan las responsabilidades, y de vez en cuando sientan bien. Se necesitan. Llega la madurez, y otras cosas dejan de tener valor. Pero a ti te hacían temblar, y cuando me decías que todo te daba igual, sólo estabas huyendo de los problemas, que tarde o temprano te acababan encontrando. Porque no lo soportaba, tu incapacidad de comprometerte con nadie, de comprometerte conmigo. Ni siquiera contigo mismo. Lo querías todo y cuando lo tenías lo dejabas escapar, eres el maldito ejemplo del perro del hortelano. Eres el quiero y no puedo en persona.
Cómo podría yo explicarte que no tenías que fingir que todo iba siempre bien, no conmigo. Que yo sabía que esa coraza con la te protegías para no ver pasar el tiempo, en el fondo, te estaba volviendo loco. Y tú arrogancia, tu seguridad fingida, sólo me hacía pensar que yo tampoco te importaba. En el fondo, quedarte solo te mataba de miedo. Y no te culpo, ¿a quién no le gusta un «buenas noches»? Pero para tenerlo, hay que ganárselo. Hay que enfrentarse a la vida, al riesgo de salir herido, al peso de las responsabilidades, al miedo de las expectativas sin cumplir. Hay que echarle un par.
Ay, mi Peter Pan, no te quiero. No quiero a nadie en mi vida que me haga sentir así, totalmente insegura.
No quiero levantarme cada día pensando si estarás o no, si cambiarás de idea, si saldrás corriendo muerto de miedo.
Y aunque esto sea probablemente lo que más te duela, de vez en cuando te recuerdo, apenada. Porque yo he seguido mi camino, he encontrado o encontraré la seguridad que necesito. La estoy buscando. Pero tu no. Seguirás así, dando tumbos entre vidas de desconocidos, en copas a las tantas que no te sabrán a nada, en la soledad de tu cama. Me llamarás y colgarás. Y se te ocurrirán tantas cosas que decirme pero…el miedo te paralizará de nuevo. Y seguirás en toda esa zona de confort llena de turbulencias.
Crece, Peter Pan. Crece. Decide quién quieres ser y dónde quieres llegar y sólo, sólo hazlo. Ármate de valor, y deshaz las maletas. Quédate con algo o quédate con alguien, y cuando las cosas se pongan feas, sigue quedándote justo ahí. Donde te necesitan. Porque puede que fracases, pero la sensación de haberlo intentado será mucho más satisfactoria de lo que imaginas.
Hazlo por ti, porque yo ya no te quiero Peter Pan.
Son tan atractivos los Peter Pan…hasta que deseas algo más. Yo tampoco te quiero ya, Peter Pan.
Lo fácil es ser Peter Pan, lo dificil es madurar y darte cuenta de todas las obligaciones y responsabilidades que nos rodean y no nos dejan disfrutar de ese «Peter Pan» que todos llevamos dentro…. pero lo cobarde es quedarse asi y no buscar todo lo que la vida nos puede enseñar
Muy buen post!.. Para reflexionar.
Saludos!
Maravilloso como siempre!!
«Seguirás así, dando tumbos entre vidas de desconocidos, en copas a las tantas que no te sabrán a nada, en la soledad de tu cama. Me llamarás y colgarás». Esto último es tan propio de mi Peter Pan, pero todavía utilizando el número privado. Un perro del hortelano que sigue 4 años después del fin.
¡Ay mi Peter! ojalá hubieras sabido aguantar que yo sí tenía obligaciones…
Estupenda entrada, muchos nos vemos en cierta medida reflejados 🙂 Un abrazo
Genial el artículo. Ay Dios, ¡me he sentido identificado! Ser un Peter Pan está bien, pero no se puede postergar eternamente aquello que sabemos que tenemos que hacer (poner en orden nuestra situación económica, definir nuestras posturas vitales en cuanto a relaciones de pareja, carrera profesional ….).
¡Toca crecer!
Así es, ¡toda crecer! Y aunque a nosotros nos parezca que es lo mejor, hay muchas personas que se quedan atascadas en alguna etapa y se niegan a madurar. Por eso no debemos dejarnos llevar por su forma de ver la vida o no seguiremos avanzando 🙂 Gracias por tu comentario 😉