reflexiones de vida

SECCIÓN: CONFESIONES DE UNA TREINTAÑERA.

Me he dado cuenta de que, desde que no veo el telediario, soy más feliz. A veces me siento culpable, porque pienso que mi deber como ciudadana del mundo es estar informada de lo que sucede. Pero un día me vi llorando frente a la televisión, viendo imágenes grotescas, de estas sin pixelar, sobre un caso muy triste, mientras sonaba una música clásica muy melancólica, y el presentador entraba en detalles y me dije que ya era suficiente. Que necesitaba un descanso de la realidad.

El otro día confesé a un amigo que veía la Isla de las Tentaciones. Pero si tú escribes, me dijo, y vas a museos, como si no fuera compatible. ¡Y eso es puro machismo!, me dijo con los ojos entrecerrados, señalándome con el dedo, y yo empecé a sudar. A veces necesito un descanso, del feminismo, del ecologismo, del pacifismo, y un montón de cosas que terminan en ismo y que requieren mucha energía, aunque las apoye.

Tengo cuatro cubos de basura en mi cocina de tres metros cuadrados. Tres metros cuadrados, ojalá fuera una exageración. Y luego va un compañero y me salta con que lo mezclan todo en el camión. Casi le suelto un guantazo. Total, que corto las anillas de las cervezas, he disminuido al mínimo el consumo de carne, he cancelado mi cuenta en Shein, la lavadora la lleno hasta reventar, cedo el asiento a los abuelos en el metro, y cuando voy a la playa me doy un paseo para recoger colillas y tirarlas. Solo como huevos de gallinas criadas en libertad, y a veces me estiro el bolsillo y compro cosas ecológicas.

Me pregunto qué más tengo que hacer para tener derecho a tirarme en el sofá y ver basura, y ser superficial y soñar que algún día tendré la casa de Georgina. El otro día me reí de un chiste machista. Ni siquiera lo había entendido bien, caí en la cuenta cuando otras chicas, más listas que yo, no se rieron. Y otra vez vuelvo a fallar. Me he comprado un rímel, y cuando me han preguntado si era cruelty free me he quedado en blanco. Maldita sea. Menos diez puntos.

El supermercado es como un campo de minas, no sabes cuántas cosas llevan aceite de palma, o cuántos productos hay envasados en plástico que se pueden comprar a granel. A veces no sé si pasar por las cajas rápidas porque dicen que quitan puestos de trabajo, o no, yo que sé.

Es que es tan difícil hacer las cosas bien, mantenerte en la lucha, ser una ciudadana ejemplar, que yo me vuelco en la tarea pero a veces también me tomo un descansito, de los cortos. Y me doy una lucha larga, y me veo la Isla de las tentaciones, y me hago una pizza de las del envase de plástico, bajo mis luces led, y al contenedor amarillo. Progreso adecuadamente.

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