Que pase de moda eso de hacernos los interesantes. Que no tengamos que hacernos los duros y podamos hacer y decir lo que sintamos. Que deje de dar miedo apostar por alguien, y decir «para siempre». Que nos comprometamos y que nadie más forme parte de la historia.
Que el amor propio importe, pero no ciegue. Que apartemos el orgullo. Que vuelvan las declaraciones de amor con rotulador en la carpeta o con pintura en la pared. Que nos borremos Tinder aunque sólo nos estemos conociendo. Que nos conozcamos en persona y no por pantalla. Que nos abramos a otra persona arriesgándonos a salir heridos, pero también a ser felices.
Que nos digamos cómo nos sentimos con palabras y no con iconos. Y que los sentimientos sean auténticos y no formen parte del decorado. Que lloremos si duele. Que estemos dispuestos a cambiar, que borremos de nuestras excusas eso de «yo soy así». Que importe un poco más lo de dentro y un poco menos lo de fuera. Que nos saquen a bailar. Que nos escribamos cartas, y nos regalemos flores.
Que vuelva la inocencia, que vuelva el amor. Que no de miedo apostar por alguien.