De camino al instituto mira distraída a su alrededor.
Al llegar a la puerta se encuentra con varios conocidos y los saluda con una sonrisa. Ellos le devuelven el saludo con la mano, conteniendo una risita nerviosa. Le siguen con la mirada hasta que entra en el primer pasillo, de camino a su clase. Siente que todos la miran. No seas tonta, se dice ella, ni que fueras tan guapa. Se mira de arriba abajo, por ese miedo que tenemos todos de ir en zapatillas de casa sin darnos cuenta, o llevar la ropa interior por encima de la camiseta. Pero no encuentra nada que le llame la atención. Sin embargo, cada vez se siente más nerviosa. Todos la miran. Qué está pasando.
Una amiga se acerca a su mesa y le enseña el móvil.
Un video. Play. En él puede verse a sí misma, semidesnuda, con las piernas abiertas, masturbándose. Su cara se distingue perfectamente, de fondo, su habitación.
Se tapa la mano con la boca ahogando un grito de horror, y mira a su alrededor intentando contener las lágrimas. Todos la miran. Todos lo han visto. Eran las ocho y cuarto de la mañana, en apenas unas horas el video lo tendría todo el instituto. En un par de días la mitad del pueblo, de esos en los que todos se conocen, aunque sea de oídas. En una semana, el video superaría el medio millón de visitas. Se levanta de su silla y corre hasta el servicio, temblando. Estoy temblando yo, y ni si quiera es mi historia.
Es la historia de una adolescente que, con 13 años, vio cómo su exnovio, de 15, le arruinaba la vida compartiendo un video que ella le había mandado cuando aún seguían juntos. Su hermano, menor que ella, comenzó a sufrir acoso en el colegio porque sus compañeros también habían visto el video.
No podéis imaginar el infierno que comenzó para esta chica y su familia.
Sin embargo, difundir un vídeo de estas características en Internet no es un delito. La concienciación del peligro que supone las redes sociales para la privacidad de las personas, todavía está lejos de ser suficiente. No sólo hay que advertir del peligro de difundir imágenes privadas, sino enseñar que esas imágenes tienen un dueño, y que hay que respetarlo. No sólo es culpable el que lo difunde por primera vez, sino todos los que lo comparten. Esa adolescente se equivocó, nunca piensas que alguien a quien quieres en un determinado momento vaya a hundirte de esta forma. Pero, por desgracia, nunca se sabe.
Cada día se comparten miles de videos en las redes sociales en los que se humilla a otra persona y no se respeta su intimidad. Este caso es un ejemplo. Pero puedo contaros muchos más. Hace unas semanas una joven italiana de 31 años se suicidaba porque su ex novio había compartido en las redes sociales un vídeo porno a modo de venganza. Lizzie Velásquez, denominada “la mujer más fea del mundo” y quien ahora se ha convertido en un icono inspirador, con 17 años se dio cuenta que era la protagonista de un vídeo viral en la que se reían de su físico. Hace un año, una chica de 16 años se tiró por la ventana de su habitación, en un sexto piso, porque no soportaba los continuos abusos que sufría en el instituto, donde la grababan mientras la acosaban.
Pero lo peor es que esto son sólo tres ejemplos de una larga lista.
Hay que concienciar, educar, enseñar, que el poder de las redes sociales es enorme. No sé cómo se sentirá la persona que ha compartido el vídeo pero, ¿sabéis qué? No me importa. El daño ya está hecho.
¿Cómo te sientes al difundir las malas decisiones de los demás? Recuerda, una mala decisión puede joderte la vida. Yo, que respeto tu intimidad. Y tú, que podrías haber sido cualquiera de ellas.
Internet no olvida.
Buenísima reflexión. Es muy importante concienciarnos del mal o buen uso de las redes y al mismo tiempo comprender que todo lo que se comparte tiene un dueño y merece una privacidad que demasiadas veces no es respetada. Como dices, internet tiene memoria.
Saludos,
Es asombroso la cantidad de casos similares que he encontrado en internet y que no he nombrado para no hacer el post interminable. Ojalá nos concienciemos que todos tenemos derecho a la intimidad y sobretodo, derecho al olvido. Un abrazo 😉
Casos así continuarán hasta que en casa y en el colegio (bajo mi punto de vista es más importante en casa) se enseñe, desde pequeños, una cosa primordial; el respeto a los demás.
Eso es algo que debatía hace unos días con unos compañeros. Obviamente la educación en casa es vital, pero dado que hay muchos niños que no pueden contar con ello, el colegio es el que tiene que poner su grano de arena y asumir esa responsabilidad. Casos como estos son demasiado frecuentes. ¡Gracias por comentar! 😉
Que buen cuestionamiento, que bien las fotografías.
Gracias por intentar poner un poco de conciencia, ya que en muchos aspectos, parece que la hemos perdido.
Un beso enorme guapa.