Me quiero

He cogido la etiqueta con la talla y la he roto a mordiscos, me he puesto mis vaqueros favoritos y en el espejo me he lanzado un beso, de esos que no me diste y que ya no quiero. Me he pintado las pestañas del color del cielo y he pisado tierra firme con muchas ganas y la vista en el firmamento, que no tengo planes ni los necesito. Que no hago lo que quiero. Hago lo que me da la gana.

Me he vestido de fiesta y pienso salir así a la calle todos los días, porque la vida es una tómbola y la mía ha salido con billete premiado. He cantado a grito pelado en el trabajo. He levantado los brazos en la caída libre y en medio de la montaña rusa he vomitado mucha felicidad.

Me he muerto de risa, y al ver la luz al final de camino me he puesto las gafas de sol. Que a los tres días resucito, como cuando salgo de fiesta. He llorado de felicidad, hasta que me han salido abdominales, con agujetas de esas que no dejan andar, para tumbarme a recordar todas aquellas veces que me hicieron llorar. Un minuto de silencio. Y que siga la música.

He cogido un tren rumbo a ninguna parte para echar un baile y un polvo, pero no a echarte de menos, eso está de más. Oye, y que me quiten lo bailao.

He conocido un montón de lugares, de personas, y voy a comerme el mundo, que eso de las dietas a mí no me va. Voy a recorrer cada rincón de los planes pospuestos, muchas ciudades, muchos monumentos, muchas camas y muchos cuerpos. Lo siento, tu casa no me pilla de camino.

Me he olvidado de la batería y de la cobertura, que procuro vivir cada instante al 100%. No veas que panorámicas se hacen desde el balcón de las buenas decisiones. Y los únicos seguidores que quiero en mi camino los tengo grabados en el pecho a base de sonrisas y lágrimas. Qué pena que no recuerde tu nombre.

Me he despreocupado por el que dirán, a pasar de todo y, de paso, que pase lo que tenga que pasar, digan lo que digan. He soñado despierta y dormido en otras bocas, que eso de bailar toda la noche da mucho sueño. Que a cada bocanada de aire me siento más viva y puedo conseguir lo que me proponga, si me empeño.

He dejado de estudiar y me he puesto a aprender, que no hay nota final en la carrera por tus sueños. Que hay cosas que no se pueden cumplir, y para eso mejor no prometer. Pero yo te juro que no hay pena que no se olvide, y que los recuerdos hay que seguir construyéndolos, porque son el álbum de fotos de la vida. Por eso me he quedado despierta al amanecer, este recuerdo no necesita flash.

Me he perdido y me he encontrado. Lo he perdido todo, desde la vergüenza hasta la fe. Y lo he recuperado. He jurado y he mentido. He pedido perdón y perdonado, no he olvidado tanto como me gustaría. No me he reconocido, y he cambiado, o he vuelto a ser yo. Me he roto. Me he agotado. Y en las puertas de la rendición me he rebelado contra todos los que me dijeron que no podía, me he sublevado contra todo lo imposible, me he amotinado con mis ganas de vivir.

He guardado mis secretos, he olvidado dónde están y de vez en cuando me encuentro alguno. Cuánta razón tiene eso de que cuando menos te lo esperas va la vida y te sorprende. He sido todas las maneras de mi, he puesto mis mil sonrisas y aún me quedan muchas en la recámara. A base de balazos me he tatuado el cuerpo para que las malas sensaciones se cuelen por los agujeros.

Y me he querido, me quiero y me querré. Como declaración de independencia sobre la república de mi cuerpo. Como el primer mandamiento de mi estilo de vida, como contraseña para entrar en mi castillo. Porque el primer paso para que nos quieran los demás, es quererse uno mismo.